lunes, 28 de febrero de 2011

¿Qué es La Verdad? (3)

Hola amigos:

Considerando la segunda definición dada en un artículo anterior para la Verdad, según la cual "La Verdad es la Luz espiritual que ilumina al corazón del hombre", esta nos da pie para contemplar un aspecto del hombre lamentablemente olvidado en las culturas occidentales.

El hecho es que si La Verdad está presente en el corazón del hombre, tal como reza esta definición, cabría preguntarnos: ¿Por qué razón el hombre promedio no tiene ni la más remota idea acerca de este maravilloso privilegio que el Divino Principio Creador le ha otorgado?

La única explicación posible para este hecho es que al hombre promedio se le ha enseñado, por medio de la educación netamente materialista, que lo único real y verdadero es lo que existe fuera de sí mismo, o sea en el mundo material; se le ha enseñado a confiar excesivamente en sus cinco sentidos de la mente objetiva como la visión, el oído, el tacto, el gusto y el olfato como si fueran las herramientas más fiables para obtener el conocimiento y acercarse a la Verdad, lo cual lamentablemente es un gran error, porque está comprobado que nuestros cinco sentidos nos engañan con mucha frecuencia haciéndonos creer que algo es real cuando en realidad no lo es, como ocurre con las ilusiones ópticas. Bástenos con recordar cómo al contemplar dos líneas de ferrocarril que se pierden en el horizonte siempre nos parece que ambas terminan juntándose, lo cual nunca ocurre.

Y lo que resulta aún más lamentable es que esta ignorancia del hombre acerca de la presencia de la Divina Sabiduría dentro de sí mismo es algo que forma parte de los dogmas de prácticamente todas las religiones más desarrolladas que existen en todo el mundo, tanto en oriente como en occidente. Recordemos nada más la afirmación de los movimientos Cristianos, según la cual el cuerpo del hombre es el Templo del Espíritu Santo. Afirmación más clara y contundente que esta no puede haber... y sin embargo miles de millones de fieles Cristianos la oyen cada semana en sus templos y no la comprenden ni en lo más mínimo, porque si tan solo la creyeran como algo cierto y se dieran cuenta de la enorme profundidad de la misma, con seguridad ninguno de ellos intoxicarían sus cuerpos con sustancias que los enferman y deterioran, afectando incluso a sus esferas mental y emocional, como ocurre con el alcohol, el cigarrillo y las drogas psicoactivas.

Más aún, si estos fieles Cristianos comprendieran realmente el significado de esta afirmación con seguridad cuidarían mucho mejor a sus propios cuerpos, dándoles una alimentación adecuada, agua suficiente, un apropiado descanso y recreación para mantenerse siempre saludables. Sin embargo, lo que vemos en las sociedades occidentales es bien diferente, porque miles de millones de personas luchan sin descanso paraTENER más y más elementos materiales con los cuales supuestamente van a alcanzar la anhelada felicidad que la sociedad de consumo, hábilmente creada y manipulada por los publicistas, les ha prometido.

La realidad, sin embargo, es bien distinta, porque el deseo desaforado de TENER es un impulso generado por el ego humano, el cual es sencillamente insaciable en sus apetitos, de tal modo que ninguno de los seguidores de esta sociedad de consumo podrá ser nunca feliz, aunque llegue a tener en sus cuentas bancarias y en sus cajas fuertes todo el dinero del Banco Mundial. Esto es lo que explica el por qué tantos multimillonarios terminan suicidándose a edades tempranas en sus vidas.

Y la razón fundamental por la cual el hombre promedio ignora conscientemente el gran privilegio espiritual que tiene, es porque su propio ego lo manipula manteniendo su mente ocupada y centrada exclusivamente en los espejismos y falsos placeres que el mundo material le promete. Y como estos placeres tienen que ver con la estimulación y goce de su cuerpo físico, con fuertes sensaciones que la mente objetiva puede percibir fácilmente, es por lo cual el hombre promedio cae fácilmente en la triste situación de convertirse en una simple marioneta manipulada por su propio ego que, para evitar que el hombre explore el mundo espiritual dentro de sí mismo, lo empuja a mantenerse ocupado al máximo, trabajando 20 horas diarias "para ser el mejor", "para alcanzar el éxito" y, en suma, para poder disfrutar de poder, fama y fortuna, nada de lo cual es permanente ni puede darle una felicidad plena, como descubren quienes han logrado todas sus metas materiales; ellos se dan cuenta, cuando ya tienen todo cuanto han deseado, que sus vidas son vacías, que les falta algo para ser felices y que, lamentablemtne, ese algo no lo pueden comprar con dinero. Es entonces cuando aparece la frustración porque se dan cuenta que todos sus grandes esfuerzos para alcanzar la anhelada felicidad fueron en vano... se sienten engañados por la vida, con frecuencia caen en una profunda depresión y de allí al suicidio no hay más que un paso.

Hasta nuestro próximo encuentro, queridos amigos. Un abrazo para todos.

Efraín

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